LA SITUACIÓN DEL INDIO ANTES DE LA GUERRA DE CASTAS.
La legislación existente antes de la Guerra
de Casta había disuelto las repúblicas indígenas, seguía imponiéndoles a los
naturales una fuerte carga impositiva que, aunada a las obtenciones
parroquiales, se volvía muy gravosa; evitaba que los indios pudieran hacer sus
casas en las cercanías d ellos pueblos y los despojaba de las tierras de
realengo que eran comunales. Detrás de toda esta legislación estaba la paranoia
de los blancos, esa que existió desde los primeros tiempos de la Colonia y que
tenía que ver con el escaso número de conquistadores en relación con los
conquistados. Cuando Justo Sierra O’Reilly fue a los Estados Unidos en busca de
ayuda para los blancos, adujo que la situación era desesperante y que los
indios sacarían a todos los hombres civilizados de la Península de Yucatán por
lo cual era urgente el socorro de los Estados Unidos; ante estos razonamientos
los norteamericanos le contestaron a don Justo: que, si siendo menos pero
civilizado no los podían controlar, pues nada tenían que hacer en esa tierra
que les pertenecía a los indios. Realmente la situación de los indígenas antes
de la Guerra de Castas era, pero de lo que había sido en tiempo de la Colonia.
Cierto, los mayas y los españoles de los primeros años de la Colonia no eran
los mismo que los de 1847, se habían transformado en un ámbito poco estudiado
por los investigadores: el doméstico. Sin embargo, el odio multicelular de los
indios por los blancos palpitaba y se desbordó cuando encontró la forma de
librarse.

LOS
SAQUEOS DE VALLADOLID Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA DE CASTAS
En el mes de enero del año de 1847 tuvo lugar
un sangriento saqueo a la ciudad de Valladolid; este suceso ha sido visto como
un movimiento para sacudir el gobierno que encabezaba Miguel Barbachano, que, a
resultas de los sucesos, renunció, lo cierto es que convocó a gente de dudosa
moralidad y otros de bien conocida mala fama (Pacheco y “el criminal” Bonifacio
Novelo, entre otros); para dar a efecto este zafarrancho se levantó a un buen
número de indios a los cuales se les embriagó para que pudieran cometer sus
atropellos. El asunto no era tan superficial: el jefe político del partido, el
celebre Juan Píu Pérez, tenía una lista de todas familias que deberían morir.
Los dramáticos sucesos de Valladolid mostraron el odio que existía entre la
gente del centro de la ciudad y la de los barrios, así como la ferocidad de los
indios a la hora del combate. Don Antonio Trujeque, quien estuvo al frente del
relajo, dio algunos detalles de los horrores que se vivieron en Valladolid.
Otra sublevación con claros tintes políticos, presuntamente organizada por los
partidarios del ex-gobernador Barbachano, fue descubierta porque el cacique de
Chichimilá se emborrachó poniéndose al descubierto; como resultado de este
hallazgo Manuel Antonio recibió la pena capital y fueron detectados los
legendarios líderes rebeldes Cecilio Chí y Jacinto Pat, quienes al sentirse
descubiertos iniciaron la guerra por su cuenta atacando al pueblo de Tepich
matando a todos los blancos; poco después las fuerzas ladinas llegaron a Tepich
y masacraron a todos los mayas. La guerra había comenzado.

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